Medellin un hogar para la vida! Ja Ja ¿Qué nos pasa? ¡Despertemos!

Ayer iba caminando a lo largo de una de las principales avenidas de esta hermosa ciudad, -avenida Las Vegas- como usualmente hago cuando quiero pensar y absorber el paisaje.  Claro que esta vez iba un poco apresurado, ya que mi razón de estar caminando por esta zona, era el llegar a la oficina de un cliente a recoger un cheque, antes de que cerraran.

Re-direccionamiento de Clientes MedellinEran aproximadamente las 11:45 de la mañana y debía llegar antes de las doce, así que mi paso esta vez no era el de alguien que va disfrutando del paisaje.  Al acercarme al intercambio vial de la Aguacatala, observe a un señor de aproximadamente unos 70 años, el cual se encontraba varado sobre uno de los carriles que bajan hacia el sur, su vehículo era un Trooper no tan moderno que al parecer había sacado la mano.  Recuerdo haber pensado “lástima que ando de prisa, si no me detendría y le ayudaría”.

Antioquia la más Educada

Al seguir mi camino, noté que este vehículo varado estaba produciendo un gran trancón y que las personas en los otros carros tocaban sus bocinas desesperados por salir del tráfico estancado.  Imaginé que en poco tiempo alguien llegaría a ayudar a este señor, probablemente algún familiar que habría llamado o cualquier buen samaritano, de los que estaban en ese trancón.  Ya que repetidamente escucho decir que los Paisas son súper amables, queridos, serviciales y sobre todo los más educados.

La situación de este señor y sobretodo su edad me hizo pensar que a mí me gustaría que a mi padre, madre, abuelo, abuela, señora, hijo o hija, alguien le ayudara si se encontrara en una situación similar.  De igual forma, seguí mi camino y traté de sacármelo de la mente.  Llegue al sitio donde iba justo a tiempo y reclamé el cheque.

Ya con este documento en mi mano, retomé el camino de regreso por el mismo sitio donde vine.  Al llegar al intercambio vial de la Aguacatala, pero esta vez caminando en sentido contrario.  Noté que había mucha congestión y recuerdo haber pensado que había tomado la decisión correcta en venir caminando.  Continuando por la misma vía, encontré la razón del trancón.  El mismo carro que vi varado cuando venía en la otra dirección, unos 30 minutos antes, estaba todavía en el mismo punto y el conductor aún estaba al lado de su carro soportando ese sol de mediodía y me imagino esperando a quien habría llamado para que lo desvarara.

Medellín, un hogar para la vida

Esto me llamo mucho la atención, porque ¿cómo es posible que en todo ese rato, nadie se haya bajado de un carro a ayudar a este señor? Por lo menos ayudarle a empujar el carro hacia la sombra; de esta forma no solo evita la exposición al sol y alta temperatura -lo cual es muy peligroso para una persona de esa edad-, si no que también ayudaría a descongestionar la vía.

Bueno, como ahora si tenía tiempo, decidí detenerme y ayudar al señor a por lo menos salirse del sol, empujándole el carro hacia la orilla de la vía y a un sitio más adelante donde había sombra (aproximadamente unos 30mts). Crucé la calle, me acerqué al señor y le pregunte que si estaba bien, y que si había llamado a alguien para que le ayudara.  El me respondió que sí y que estaba esperando que llegara.  Yo le sugerí que me permitiera ayudarle a mover el carro un poco más adelante para que estuviera en la sombra y no obstruyendo el tráfico.  Le dije que se montara en su carro y yo lo empujaría.

Su reacción me dejo totalmente sin palabras.  Me dijo que no, que ahí estaba bien y que no estaba estorbando el tráfico.  ¡No lo podía creer! La congestión que había detrás del vehículo se extendía más de 150 metros y se escuchaba el ruido de todas las personas que utilizaban su bocina en el desespero de salir de ese trancón.  Al insistirle al señor que me permitiera ayudarle y no poder convencerlo, me metí mi rabo dentro de las piernas y seguí mi camino.

Al principio pensé; ¿Cómo puede ser la gente tan egoísta? ¿Cómo es que este señor no permite que uno le ayude, aunque sea para descongestionar el tráfico? Recuerdo pensar también, que ni siquiera mi argumento sobre la sombra le hizo aceptar mi ayuda y pensé que por eso es que nadie se para a ayudar.

¿Qué nos pasó?

Que tristeza que hayamos llegado a esto.  ¿Qué pasó con el amor al prójimo?  Es muy triste ver en lo que nos hemos convertido como sociedad.  Realmente yo no culpo a ese señor por asumir esa actitud de rechazo a mi ayuda.  Es probablemente su mecanismo de defensa ante un probable vivo que quiere aprovecharse de su situación de debilidad.  ¡Como ya nadie ayuda a nadie, si no es por plata!  ¿Qué se puede esperar de alguien que le ofrece ayuda a uno cuando parece estar necesitado? Y ¿Qué me dicen de no importarle el hecho de estar estorbando en la vía?  Probablemente si las autoridades de transito realmente hicieran su trabajo y multaran a los que no solo se quedan estorbando en la vía cuando sus vehículos presentan fallas mecánicas, si no que hasta realizan los respectivos arreglos en la misma vía, probablemente le hubiera importado.  Pero como ya sabemos, esa no es la realidad de nuestra ciudad y por eso estamos como estamos.

Que lastima de verdad, que esta sea la realidad en que vivimos y que a nadie le importe que cada día que pasa estemos peor.  Aun así, yo sigo con la esperanza de que el día que yo o uno de mis seres queridos se encuentre en una situación similar, alguien ofrezca su ayuda.  Aunque después de esta experiencia, no sé si tenga la misma motivación para ofrecerme como buen samaritano, aun así,  trataré de seguir siendo un buen ciudadano.

Estoy totalmente seguro que los buenos somos mas.

Tony Rivera